Por cada euro invertido en tecnologías médicas se obtiene un beneficio en términos de salud y eficiencia de al menos un 1,11 euros en neurología, un 1,36 euros en oncología y un 1,47 euros en cardiología, lo que supone un retorno medio del 31,3%. Así se desprende del informe Aportación de valor de las tecnologías al sector sanitario, elaborado por PwC con el patrocinio de Siemens. El estudio, que ha sido presentado esta mañana en Madrid, ha contado con la participación de la Secretaria General de Sanidad y Consumo, Pilar Farjas, y los presidentes de PwC España, Carlos Mas, y de Siemens en España, Rosa García.
El informe analiza la contribución de las tecnologías sanitarias en el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de las patologías más importantes de tres especialidades: cardiología, oncología y neurología. Estas especialidades han sido seleccionadas por el elevado número de defunciones que sus enfermedades provocan al año en España y en el resto del mundo.
Asimismo, para cada área se han identificado las principales innovaciones tecnológicas de las últimas décadas y se ha realizado un análisis cuantitativo de su contribución en términos de mejora de la calidad de vida y reducción del impacto económico en el sistema.
Perspectiva tecnológica de la cardiología, oncología y neurología
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades de etiología cardiovascular, incluyendo las cerebrovasculares, son la principal causa de muerte en el mundo, ya que afectan a 17 millones de personas y son responsables del 30% de las defunciones registradas a nivel mundial. En Europa, la cifra es de 4 millones al año y, en España, a pesar de haber descendido el número de casos de 191 a 138 por cada 100.000 entre 2001 y 2011, sigue siendo la primera causa de mortalidad.
En ese descenso, tecnologías como el diagnóstico genómico, la tomografía computerizada o la resonancia magnética tienen mucho que decir. Si tenemos en cuenta la reducción de la estancia hospitalaria, de la tasa de morbilidad y del número de defunciones, por cada euro invertido se ha obtenido una ganancia durante la última década de 1,47 euros.
Algo similar ocurre cuando hablamos de la tasa de mortalidad en enfermedades oncológicas. Si en los años 70, 80 y 90 asistíamos a un crecimiento imparable de este indicador, en el año 2000 comenzaba a apreciarse un cierto estancamiento y, más recientemente, un descenso de la misma. En este caso, por cada euro invertido en tecnologías sanitarias como los rayos X, la medicina nuclear o la imagen molecular, se ha conseguido un beneficio en términos de estancia hospitalaria y edad media de la defunción de 1,36 euros.
Cuando hablamos de neurología, la situación es algo distinta. Debido a la diversidad de enfermedades estudiadas en la especialidad de neurología y a la falta de información disponible se ha optado por centrar el análisis en las enfermedades cerebrovasculares. Una patología que, en España, podría afectar en 2050 a 1,1 millones de ciudadanos y generar un gasto de 10.000 millones de euros anuales, sólo en el tratamiento de personas que sufran algún tipo de demencia, pero que podría disminuir considerablemente con la aplicación de tecnologías neurofisiológicas, telemedicina o ultrasonidos, entre otras. Si tenemos en cuenta la reducción de la estancia hospitalaria, de la tasa de morbilidad y del número de defunciones prematuras, por cada euro invertido se ha obtenido una ganancia durante la última década de 1,11 euros.
Detección precoz y tratamiento personalizado
Las principales ventajas que destaca el informe de PwC patrocinado por Siemens al hablar de lo que las tecnologías sanitarias pueden aportar a pacientes, profesionales y sistema sanitario en su conjunto, podrían englobarse en dos grupos: la contribución de la tecnología a la prolongación y mejora de la calidad de vida del paciente y su entorno y al efecto económico que pueden generar, tanto desde el punto de vista del aumento de la productividad, como desde el de la reducción de costes de la asistencia sanitaria.
En el primer aspecto, el estudio señala la intervención de factores como la detección precoz, lo que acorta notablemente la terapia y la reducción del nivel de incapacidad o mortalidad del paciente. Tecnologías como el cribado mamográfico permiten reducir la mortalidad por cáncer de mama entre un 24% y un 29% en mujeres de 50 años o más, y la colonoscopia hace lo propio en un 40% de casos de cáncer colorrectal. El PET-RM –tomografía computerizada por positrones y resonancia magnética-, la búsqueda de biomarcadores de la enfermedad del Alzheimer, la investigación genómica… contribuyen también a mejorar la precisión del diagnóstico.
La eficacia en la asistencia a través de tecnologías como la radioterapia, que contribuye en un 40% al proceso curativo de enfermedades oncológicas; la seguridad que ofrecen a paciente y profesional equipos como la historia clínica electrónica o la receta electrónica; la reducción del tiempo total necesario para realizar un procedimiento terapéutico o dar a un paciente el alta temprana gracias a sistemas como la cirugía laparoscópica, tienen un impacto directo en la mejora del tratamiento de la enfermedad y en la reducción de los niveles de invalidez y dependencia respecto a terceros, además de producir grandes ventajas económicas.
Incremento de la productividad y reducción de los costes
En cuanto a los beneficios económicos, los expertos hablan de dos tipos de costes: los directos, derivados del cuidado del paciente; y los indirectos, relacionados con la pérdida de productividad del individuo y su entorno.
Y es que a pesar de suponer un coste directo en la asistencia, las tecnologías sanitarias, según señala el informe, pueden contribuir a la obtención de beneficios económicos a medio plazo a través del aumento de la productividad, la mayor eficiencia en los procesos, la incorporación de innovaciones que sustituyen otros procedimientos con costes superiores o el traslado de la asistencia a un entorno no hospitalario. A largo plazo, se pueden obtener otras ventajas como la menor afluencia a los servicios asistenciales que redundaría en una reducción de los costes.
Pero la carga de la enfermedad tiene también un impacto en la producción económica agregada. Tanto es así que se estima que los costes indirectos representan un 52% de la carga económica total de la enfermedad. La OMS calcula que la carga de cinco enfermedades comunes (cáncer, cardiovasculares, EPOC, diabetes y enfermedades mentales) asciende a 47 billones de dólares al año en todo el mundo.
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